José Gabriel Condorcanqui reclamaba ser descendiente de Túpac
Amaru I, el último Inca de Vilcabamba, quien fuera ejecutado en la plaza del
Cusco en 1572 por orden del Virrey Toledo.
José Gabriel Túpac Amaru nació en Tinta, el 19 de marzo de 1738.
Era el segundo hijo de Miguel Condorcanqui y de Rosa Noguera. Al fallecer su
hermano mayor, quedó como único y legítimo heredero del curacazgo de Surimana,
Tungasuca y Pampamarca. Fue educado por los jesuitas en el colegio de curacas
de San Francisco de Borja ubicado en el Cusco.
Tenía alrededor de 20 años cuando, en 1760 contrajo matrimonio
con Micaela Bastidas Puyucahua. Era propietario de cocales en Carabaya, chacras
en Tinta, vetas de minas y, sobre todo, dueño de 350 mulas, por lo cual era
conocido peyorativamente como "el curacas arriero".
En 1776 presentó una petición formal para que los indios fueran
liberados del trabajo obligatorio en las minas. Ante la negativa de la
Audiencia de Lima decidió tomar medidas más radicales. En 1780 encabezó la
insurrección popular más grande en la historia del Virreinato. Si bien al
comienzo el movimiento reconoció la autoridad española de la Corona, más
adelante se convirtió en un movimiento independentista. El 18 de mayo de 1781,
Túpac Amaru fue ejecutado en la plaza del Cusco junto con su esposa y
consejera, Micaela Bastidas.
Los tributos excesivos, la mita y los abusos de los corregidores
fueron las principales causas de una rebelión india que, en noviembre de 1780,
estalló en el valle del Tinta. Durante ésta, el corregidor Arriaga fue apresado
y ejecutado por orden del cacique José Gabriel Condorcanqui, hijo del cacique
Miguel Condorcanqui y descendiente por línea materna de Túpac Amaru, el último
soberano inca, de quien adoptó el nombre.
Túpac Amaru (Tungasuca, 1740-Cuzco, 1781) había sido educado en
el colegio jesuita de San Francisco de Borja y se dedicó a la arriería hasta
que acaudilló la gran rebelión india que, en seguida, se propagó por toda la
sierra.
Aunque su objetivo inicial fue luchar contra los excesos y el
mal gobierno de los españoles, no pudo evitar que la guerra se convirtiera en
racial. Al frente de una nutrida hueste y después de vencer a un ejército de
1.200 españoles en Sangarará, Túpac Amaru no marchó sobre Cusco sino que
regresó a su residencia de Tungasuca sin entrar en la ciudad; con ello intentó
facilitar una negociación de paz, ya que su objetivo no era la guerra contra
los españoles sino acabar con los excesos de los corregidores.
Cuando Túpac Amaru ll, fue derrotado en Checacupe, por el
ejército español, él y su tropa retrocedieron hacia el sur. Haciendo un breve
descanso en Langui. Allí fue traicionado por un mestizo de apellido Santa Cruz,
siendo apresado junto con Micaela Bastidas y llevados al Cuzco para ser
entregados ante los españoles. Luego de un interrogatorio caprichoso, el
sanguinario Arreche lo condenó a morir descuartizado. Pero antes, tuvo que
presenciar el sacrificio de toda su familia. La costumbre de entonces, era
quemar vivo, descuartizar o ahorcar.
Túpac Amaru ll, Micaela Bastidas, sus hijos y parientes fueron
llevados al pie de la horca. Él fue obligado a presenciar la ejecución de sus
amigos, de su anciano tío Francisco Túpac Amaru, de su hijo Hipólito de 20 años
de edad. A todos se les cortó la lengua y se les procedió a ahorcar de la forma
más criminal. Consumado aquel sanguinario acto, subió Micaela a quien se le
aplicó la pena del garrote o ahorcamiento. Pero el torno que para el efecto se había
preparado no pudo ahorcarla, por lo delgado de su cuello, proporcionándole un
enorme padecimiento. Los verdugos no contentos con esto, al verse casi
fracasados, acabaron con ella dándole de puntapiés en los senos y el vientre.
Todo el espectáculo de horror y de odio que se cometió contra
Micaela, lo presenció el gran Túpac Amaru ll y su menor hijo Fernando de apenas
12 años de edad. Micaela murió ajusticiada en la plaza del Cuzco, el 18 de mayo
de 1781, cumpliendo con su rol de peruana, mujer y madre. Luego de la ejecución
de sus familiares, su menor hijo fue desterrado al África de por vida.
El heroico Túpac Amaru presenció todas aquellas sangrientas
muertes y luego, se le cortó la lengua y fue descuartizado por cuatro caballos
que jalaron de sus cuatro extremidades. Su muerte en vez de atemorizar a los
peruanos hizo alimentar su odio contra el enemigo y fecundó el ideal de la
libertad de los demás próceres, mártires que le siguieron hasta la
consecución de nuestra independencia.
A pesar de la ejecución de Túpac Amaru y de su familia, los
españoles no lograron sofocar la rebelión, que continuó acaudillada por su
medio hermano Diego Cristóbal Túpac Amaru, al tiempo que se extendía por el
altiplano boliviano, la región de Jujuy y en el Noroeste argentino.
La fama de Túpac Amaru se extendió de tal forma que incluso los
indios sublevados en el llano de Casanare, en la región de Nueva Granada, le
proclamaron rey de América. Siguiendo los pasos de su antecesor, que había
intentado una solución pactada al conflicto, tras difíciles negociaciones, en
enero de 1782, el nuevo cacique inca consintió en deponer las armas con la
promesa española de indultar a los rebeldes y corregir la mala situación de los
indios. Las posteriores rebeliones criollas invocaron el nombre de Túpac Amaru
para obtener el apoyo de los indios.
Tomado
del sitio web: http://www.cesde.edu.pe/ds/index.php?option=com_content&view=article&id=82&Itemid=44
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